Updated July 5, 2012, 7:47 p.m. ET
India enfrenta una crisis energética que está frenando el crecimiento económico de la mayor democracia del mundo.
Lo que está en juego es la capacidad de India para llevar electricidad a 400 millones de personas en las zonas rurales, un tercio de la población, así como mantener encendidas las luces en las torres de oficinas y proporcionar suficiente combustible para 1,5 millones de nuevos vehículos que se incorporan a las carreteras al mes.
Krishna Pokharel/The Wall Street Journal
Esta central eléctrica en Jhajjar tiene dificultades para obtener todo el carbón que necesita para operar.
La escasez de carbón, petróleo y gas natural obligará al gobierno a importar cantidades cada vez mayores de combustibles fósiles de alto costo, predicen los especialistas, lo que aumenta el riesgo de inflación y pone al país en competencia directa con China, Japón y Corea del Sur. La compra de petróleo iraní, uno de los principales proveedores de India, es más difícil debido a las sanciones estadounidenses y europeas que buscan contener las ambiciones nucleares de Teherán.
La crisis energética— se proyecta que la demanda anual aumente más del doble en las próximas dos décadas al equivalente de 6.000 millones de barriles de petróleo— amenaza con descarrilar el crecimiento. La economía ya ha perdido fuerza en medio de la escasa inversión empresarial y el estancamiento de las reformas. El país creció 5,3% en el primer trimestre, el ritmo más bajo en casi una década y muy lejos de la meta de 9%.
El encarecimiento de las importaciones ha hecho mella en las finanzas. India, por ejemplo, no ha sido una gran beneficiaria de la reciente caída en los precios del crudo puesto que su moneda, la rupia, se ha desvalorizado frente al dólar, la divisa utilizada en las transacciones de materias primas.
Las empresas estatales de energía están acumulando miles de millones de dólares en pérdidas al vender combustible para automóviles, gas para cocinar y electricidad a precios artificialmente bajos con el fin de proteger a los consumidores de las alzas en los costos globales. El precio interno de la gasolina aumentó 11,5% en mayo, el mayor incremento de la historia. La medida fue una señal de la nueva urgencia del gobierno para mejorar la salud fiscal de las petroleras, si bien los precios se redujeron 3% tras la reacción negativa del público.
"El primer ministro y un grupo de expertos comienzan a darse cuenta de que hay un panorama muy sombrío en términos de seguridad energética, y que esto va a provocar la mayor restricción en la economía, una de proporciones alarmantes", manifestó Gokul Chaudhri, socio de BMR Advisors, una consultora de Nueva Delhi.
Vastos sectores rurales carecen de electricidad. Incluso en centros de negocios como Gurgaon, un suburbio de Nueva Delhi, las empresas utilizan generadores de resguardo debido a los frecuentes cortes de luz. Las fábricas se ven obligadas a reducir la producción y las vacunas que requieren refrigeración se echan a perder.
La escasez de carbón, que representa más de la mitad del suministro de energía de India, está paralizando el sector energético, obligando a las empresas a retrasar la apertura de proyectos multimillonarios. India anunció en abril un salto de 80% de las importaciones de carbón para el año fiscal terminado en marzo, a US$17.600 millones. Sin embargo, muchas plantas todavía funcionan por debajo de su capacidad por la falta de carbón.
Luego de que las principales empresas de energía presionaran al primer ministro Manmohan Singh, el gobierno emitió en abril una orden presidencial que obligaba al monopolio estatal Coal India Ltd. aumentar la producción o las importaciones. Las autoridades también redujeron en 25% la meta de generación eléctrica para los próximos cinco años.
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