XATAKA CIENCIA, 20 de diciembre de 2011.
Creeréis que una chimenea de píxeles que
aparezca en el monitor de vuestro ordenador no contamina el medio ambiente tal
y como lo hace la chimenea real de una factoría real funcionando a todo trapo.
O que leer un libro en un dispositivo electrónico no puede generar
contaminación tal y como lo hace un libro físico que huele a moho. Pero no es
del todo cierto. Los
bits también enrarecen la atmósfera, a su modo.
Por ejemplo, el
buscador Google no genera una cantidad de dióxido de carbono tal y como lo
haría una biblioteca de semejante tamaño. Pero lo hace. Y más de lo que
imagináis. Una
simple búsqueda en el buscador genera unos 7 gramos de dióxido de carbono.
Para que os hagáis una idea de la cifra, hervir una tetera produce unos 15
gramos. Y es que Google funciona mediante electricidad, y la electricidad es
real.
La electricidad
se genera principalmente mediante la combustión de combustibles fósiles como
carbón, petróleo o gas. Una simple búsqueda en Google contribuye en el cambio
climático del planeta. El
mundo digital acarrea unos costes directos e indirectos que aún se están
calculando. Google, por supuesto, ha replicado con datos que
evidencian que su consumo es menor que el anteriormente dicho, que fue
publicado por un doctor en Física de la Universidad de Harvard, Alex Wissner-Gross.
Como también
pone en duda otro rumor que corre por ahí que advierte que si el fondo del buscador
fuese en negro en vez del actual blanco, se ahorrarían miles de euros al año.
La teoría no es consistente, pues se basa en cálculos de consumo energético de
pantallas CTR, las de tubo de toda la vida. Hoy en día, sin embargo, el 75
% de los consumidores ya usan pantallas planas TFT, que no diferencian su
rango de consumo por el color de los fondos.
Las tecnologías
de la información (TIC) son responsables del 2% de las emisiones que contribuyen al efecto
invernadero. Ahora, una agencia francesa ha
realizado un estudio sobre el impacto ambiental de tres usos básicos de
Internet y las nuevas tecnologías: los correos electrónicos, las búsquedas y la
transmisión de documentos por USB y ha constatado que la
contaminación podría ser incluso mayor. Según el informe, “reducir un 10% el envío de correos en
una empresa de 100 trabajadores supone un ahorro de una tonelada de CO2 al año”.
El estudio también ha calculado el efecto de la
lectura de un documento de 200 páginas transferido mediante un
dispositivo USB de 512 megabytes. Si se calcula el
tiempo de lectura de cada página en tres minutos y que cien personas leerán el
documento completo, las emisiones relacionadas con la transmisión de dicho
documento suponen el equivalente a 80 kilogramos de CO2.
Una persona
influye en la ecología. Pero una persona virtual, una maraña de bits, como son
los avatares del mundo paralelo de Second
Life, consume tanta electricidad como el ciudadano brasileño medio,
según el artículo de Tyler
Pace Digital
life identity crisis: tales of security and sustainability.
Para que los
mundos virtuales existan primero hay que construir ordenadores, y eso también
supone mucha contaminación. Un reciente estudio demuestra que fabricar un
chip es cientos de
veces más contaminante que producir un coche: para elaborar un
microprocesador se requieren 32 litros de agua, 1,6 kilos de combustibles
derivados del petróleo, 700 gramos de carbono y otros gases y 72 gramos de
diversas sustancias químicas, según un estudio del el Instituto
económico INSEAD (the European Institute of Business Administration),
la Universidad United Nations de Tokio y la Fundación Nacional de Ciencia de
Estados Unidos, del que se hizo eco Science.
No sólo estas sustancias son muy contaminantes, además, la relación entre la
cantidad de materiales y el microchip terminado (que pesa dos gramos) es muy
alta, 1:630. En el caso de un coche esta relación es de 1:2. Grandes cantidades
de elementos tóxicos para algo minúsculo.
De toda la
electricidad que consume un ordenador a lo largo de su vida (considerando que
son unos 3 años), el 83% se utilizó en el proceso de producción y el 17% restante es la electricidad que
consume en su uso diario.
La produccion de los residuos electrónicos crece tres veces más
rápido que la media de los residuos urbanos. Concretamente, el volumen de chatarra informática crece entre el
16% y el 28% cada cinco años. En el 2005 la basura electrónica ya representa
casi el 5% de todos los residuos de la Union Europea. Sólo reciclar los
ordenadores que se amontonan hoy en los vertederos europeos llevaría unos 10
años. Actualmente, los PCs obsoletos en EEUU ocupan 5’7 millones de
metros cúbicos (equivalente a un campo de fútbol con una altura de 1’5 Km.
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